El mundo católico y judeocristiano se apresta a vivir dentro del año litúrgico, a partir de este Domingo de Ramos, la Semana Santa, días en los cuales se conmemora y revive la muerte de Jesús, su gran acto de amor y el poder de su Resurrección; sin embargo, creyentes, practicantes y no, todos interrumpen por igual sus actividades habituales en una semana caracterizada por el receso laboral y académico, principalmente.
Muchos la llaman “vacaciones de Semana Santa” en alusión a esta interrupción del agendamiento de deberes y compromisos y aunque es absolutamente respetable celebrarla o no conforme a la libertad de cultos, es bastante curioso constatar cómo el breake se aplica a nivel general.
No se trata de cuestionar las creencias de las personas. Tampoco pretendo calificar o descalificar a quienes viven la Semana Santa o no. Este no es el punto. El quid del asunto es analizar ¿Por qué quienes no celebran la Semana Mayor, o en ocasiones hasta critican esa Fe de quienes si la conmemoran y la viven, gozan igualmente del privilegio de unos días de pausa laboral y académica?
El Ramadán, por ejemplo, el noveno mes del calendario islámico, es acatado de 29 a 30 días por los musulmanes en conmemoración a la revelación de Mahoma. Eso sí, lo celebran son los Musulmanes, no el resto del mundo. Con la Semana Mayor debería suceder algo similar. Quien la vive y la celebre es quien o quienes deberían hacer uso de esos días, en congruencia con sus creencias y su Fe.
Este tipo de reflexiones busca aperturar un análisis en torno a las múltiples celebraciones que en países latinoamericanos se realizan, donde muchos festivos de corte religioso son celebrados por creyentes y agnósticos. Para el caso colombiano, en el artículo 19 de la Constitución Política se “garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente a su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley”.
En ese sentido, no todos los festivos de los días de Santos deberían ser tomados por el grueso de la población, porque está claro que su verdadero sentido no lo celebran. Así las cosas el breake de Semana Santa no debería ser un receso para todos. Es más ¿Dónde quedan las pausas de las fechas sacras de otros cultos o creencias religiosas?
Un aforismo chino, reza: “El entendimiento agudo ve la verdad en todas las religiones. El entendimiento romo solo ve las diferencias”. Hacer de estas celebraciones las “vacaciones colectivas” es una lectura superflua y mercantilista de la Fe de muchos, no de todos.