Sitios de Alto Riesgo

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La reciente masacre de siete policías en el corregimiento de San Luis, municipio de Palermo en el Huila, que conllevó al anuncio del Presidente Gustavo Petro de “Que no habrá más auxiliares de policía en zona de conflicto”, en el marco de las medidas tomadas por el alto Gobierno para restablecer la tranquilidad, me suscitó varias reflexiones, algunas delas cuales considero ameritan su análisis.

Es claro que jóvenes auxiliares – entre los 18 y 20 años de edad, hombres y mujeres – no pueden ni deben estar en sitios de alto riesgo. ¿Pero a qué llamamos sitios de alto riesgo? ¿Únicamente a ese territorio rural, vedado para las personas, donde disidencias de las FARC actúan? ¿Qué sucede con algunos puntos de nuestrasciudades donde el crimen organizado y las bandas delincuenciales, sumados a una exacerbación de la Incultura Ciudadana, a lo cual hice referencia en mi pasada columna que complejiza aún más el escenario,cooptan el territorio, al punto de que la ciudadanía teme denunciar por el miedo a las represalias en su contra y donde también se observa la presencia de auxiliares de policía?

Los auxiliares de policía están tan expuestos en las zonas rurales como en las zonas urbanas. Es más, pensaría que enfrentan más y mayores riesgos en las capitales que en la periferia. Hoy sigue siendo noticia el crimen perpetrado en contra de uniformados por parte de delincuentes.

Los explosivos y las ráfagas de disparos de fusil silenciaron no solo la vida de siete personas, sino que igualmente escandalizaron a toda una nación y con justa causa; sin embargo, diariamente se registran abusos en contra de auxiliares y de la propia Policía, principalmente en las ciudades.

En días pasados conversaba con un agente de Policía quien procuraba junto a su compañero hacer cumplir la ley, en un sector de nuestra capital – donde reina la rumba, el caos, el desorden e incluso, luego de la acostumbrada bebeta en el establecimiento nocturno, los jóvenes continúan su celebración en las calles y parques hasta el día siguiente – y este me exponía que se sentían maniatados al momento de hacer cumplir el Código de Policía, ya que los “afectados” grababan sus intervenciones pero en su defensa editaban el contenido de tal forma que lo que era un actuar oportuno, en el marco del cumplimiento de lanorma, pareciera lucir como un abuso de autoridad, con sus correspondientes consecuencias, limitando por tanto su accionar.

No solo los auxiliares están en riesgo. La propia Policía y, por tanto, la ciudadanía están constantemente expuestas ante el incremento de un anarquismo social, donde el “todo vale”, la “ley del menor esfuerzo”, la “vía corta” y la cultura de la ilegalidad, parecieran imponerse. El uniforme de un Policía o de un auxiliar representa la institucionalidad y la vida, condiciones fundamentales a salvaguardar, si queremos vivir en comunidad y vivir bien.

Así como Policía y comunidad deben actuar más en equipo, el Gobierno debecomprender que zonas de riesgo hay en todas partes e implementar acciones preventivas – con permanencia continua de uniformados en zonas urbanas complejas – para preservar el orden público y evitar que en el campo o en la ciudad se sigan violando los derechos de las personas.