Hábitos

0
45

Por Andrés García

Cuida tus hábitos y estos cuidarán de ti. Más que una buena frase, que en alguna ocasión escuché e inoculé a mi argot y vida personal, debería constituirse en una política de vida. Algunas personas consideran que únicamente el IQ (Coeficiente o Cociente Intelectual, ambos términos califican según la RAE), predice el rendimiento académico y laboral de una persona. A la luz de este planteamiento casi se podría interpretar que un determinismo biológico establecería el techo de lo que los seres humanos podemos alcanzar, el éxito obtenido, etc. No podría estar más en desacuerdo.

 

Creo que la historia, incluso la vida misma, es el acervo probatorio por excelencia  que indica que inteligencia no necesariamente va ligada a éxito (Otro término acerca del cual vale la pena profundizar en otra ocasión, en especial sobre lo que culturalmente la sociedad ha establecido). ¿Aporta el IQ (Por sus siglas en inglés) a la vida de una persona? Si. ¿Es determinante? No. 

 

El filósofo español Ortega y Gasset dijo en una ocasión: “Las ideas las tenemos. En las creencias estamos”. Las creencias son hijas de los hábitos. Nos impulsan a avanzar o nos autolimitan y estancan. No somos aquello que decimos ser. ¡Somos lo que estamos habituados a ser! Tomar conciencia de esos hábitos que nos construyen y no e implementar acciones, podría llegar a constituirse en el inmenso diferencial a la hora de alcanzar metas y propósitos.

 

Personalmente considero que construir buenos hábitos diarios fortalecen más nuestro proyecto de vida, incluso por encima de la disposición biológica. Hay personas que sin ser tan inteligentes llegan más lejos, como también hay personas muy inteligentes girando sobre el mismo punto. ¡Sus hábitos hacen la diferencia! Esto me lleva a plantear que en la vida es clave contar con un buen arsenal de hábitosconstituyéndose estos en la indumentaria con la que nos interrelacionamos con el mundo, somos el mundo y este es nosotros. Los hábitos son ese andamiaje con el que se edifica – día a día – la vida misma. 

 

Una persona que tiene por hábito prácticas como meditar, agradecer, leer, practicar algún tipo de actividad física, alimentarse sanamente, rodearse de personas con igual o mejor energía, compartir, así como monitorear lo que siente, cuidar lo que dice y, en especial, no juzgar, difícilmente será presa absoluta del vertiginoso contraste que la vida le plantea. ¿Son las únicas prácticas? Claro que no. Cada quien define las propias.

Lo cierto es que su vida estará mejor blindada gracias a esa fortaleza erigida desde su interior y no moldeada a partir de los “golpes que esta propina”. *Director de Cultura de Risaralda.