Por Andrés García
¿Cuántas veces solemos quejarnos por la vida que llevamos, lo que vivimos de infantes, una experiencia compleja, la falta de salud, empleo, dinero, quizás de un amor?
Solemos creer, y esa es una creencia bien arraigada en nuestro inconsciente, que las circunstancias nos definen: “Soy infeliz porque mi matrimonio fracasó; usted no sabe la vida que me ha tocado vivir; si conocieras a mi jefe, me comprenderías; mi hermana mayor es muy difícil; esto lo dices porque no conoces a mi ex mujer”, etc., etc.
Ley causa-efecto. Lo cierto es que lo que nos sucede allí afuera, tiene su origen en lo que llevamos por dentro. Este es un enunciado tremendamente complejo de entender y de aceptar pero cuando uno logra hacer click con él descubre que es un principio universal que todos deberíamos de aprender a dimensionar y, si se quiere tener una mejor experiencia de vida, de emplear a nuestro favor.
La vida es la gran pantalla donde se proyecta nuestro interior; es decir, transmitimos allí afuera el rollo de la película que llevamos por dentro. Una persona que encuentra dificultad en lo que hace, antes de quejarse frente a aquello que le sucede, debería revisar y muy bien por qué atrae ese tipo de circunstancias negativas.
Cuando alguien golpea una y otra vez con la misma piedra, no puede seguir culpando a la piedra. Debe hacer una pausa y analizar detenidamente qué tipo de pensamiento o hábito le está conduciendo a repetir una y otra vez la misma experiencia adversa. No se trata de juzgar – que a propósito es en lo que los seres humanos más nos hemos entrenado por años – sino de reflexionar acerca de cuáles son esos patrones, pensamientos, emociones, creencias y hábitos que nos han llevado a optar por X o Y comportamiento-causa y seguramente allí encontraremos el detonante de lo que nos sucede y seguirá sucediendo hasta tanto no seamos conscientes de su origen.
“Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el inconsciente seguirá rigiendo tu vida y tú le llamarás destino”, decía Carl Gustav Jung. La vida no nos da aquello que queremos. ¡La vida nos entrega aquello en lo que nos hemos convertido! No se trata de querer cada día conseguir más y más dinero. Se trata de entender que ya somos inmensamente ricos por solo hecho de ser. Ahora, si soy una persona de conflictos, encuentro conflicto. Si soy una persona temerosa, la vida siempre será una amenaza. Si siento que el dinero es sucio y corrompe, difícilmente podré ser una persona que cuente con el ingreso económico necesario y suficiente para proveerme una buena calidad de vida. En cambio, si soy un ser que le aporta a la transformación positiva de mi entorno, ese entorno se encargará de multiplicarme con bendiciones mi voluntad, disposición y entrega.
¡El chip cultural debe ser otro! Por ejemplo, si cuido mi salud, física y mental, el mundo-espejo me devolverá esa misma imagen, amplificada. Llegó el momento de pausar nuestros pensamientos negativos frente a la vida, cambiar de Chip e identificar cuáles de nuestras creencias nos aportan o no. Llegó la hora de dejar de cargar con los problemas de otros. Antes de sanar a alguien pregúntale a esa persona si está dispuesta a renunciar a aquello que la enferma.
Cada uno es responsable de sí mismo y si cada uno lo hace, culturalmente seremos distintos. *Director de Cultura de Risaralda.