Antes de terminar el 2022

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Penúltima columna del 2022, una vigencia que nos deja profundas enseñanzas y lecciones.

Pese al avance científico y tecnológico, evidenciado en los adelantos que nos ofrece la denominada Cuarta Revolución Industrial – donde el mundo se encuentra a tan solo un click de acceso a las capacitaciones, un Big Data que posibilita recopilar y analizar cantidades de información en tiempo real, leer, capacitarse más y mejor a través de plataformas y/o cursos virtuales, facilitando el crecimiento personal y empresarial y, de paso, evitando más contagios en tiempos posteriores al confinamiento obligado que por dos años dividió la historia reciente de la humanidad – algunas personas continúan operando bajo obsoletos patrones deemociones, pensamientos y conductas que poco o nada aportan al colectivo llamado humanidad, negando al otro, pasando por encima del otro. Una mente débil es una mente desconectada del todo, sesgada por el gran ego causante del principio del fin de las cosas.

Como aquel viejo y lento computador recargado de programas vetustos, caducos, inoperantes y/olentos, el hardware humano contiene información, hábitos y creencias (software desactualizado) que ralentizan el mecanismo operativo mental, lo cual conlleva a operar de manera altamente limitante, en contravía a la grandeza de la que todos los seres humanos – sin excepción – estamos creados.

Cuando alguien actúa en contra de otro, actúa en contra de sí mismo, en contra de un principio universal. “La debilidad de la mente es causa de la del cuerpo. Quien tiene la cabeza firme, tiene también firmes los pies. Quien no tiene seguras las ideas, tampoco podrá asegurar los pasos”, Waldo Trine.

Bien vale la pena reflexionar, antes de terminar el 2022, acerca de cómo viene operando nuestro esquema de pensamiento actual, nuestro sistema lógico, nuestro software. Alguien se preguntará ¿Y cómo saber si estoy en el modelo indicado? Basta con observar nuestro cuerpo. ¿Está sano? ¿Me quejo todo el tiempo? ¿Cómo estamos de actitud en el día a día? ¿Cómo está nuestra salud? ¿Somos el reflejo de la grandeza de la cual procedemos? ¿Es el amor nuestro estado habitual? ¿Lo es el miedo? ¿Observamos en el otro, en la otra, el resumen de la creación de este Universo?

Antes de terminar esta vigencia los quiero invitar paraque en este 2023 que inicia aparquemos a un costado el software del ego, de manera que la mente comprenda que esta no se vale por sí misma. Requiere de una conexión permanente con un bien mayor que nos rebasa.

El 2023 se constituye en la mejor oportunidad que tenemos para recuperar lo mejor de nosotros, predicar desde el ejemplo, la dignidad humana y la integridad del ser, reseteando la mente e instalar en ella nuevos programas de abundancia, gratitud y unidad.