Siembra y cosecha

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En el marco de las asesorías que brindo, desde hace varios años, tuve ocasión en días pasados de dictar una nueva e importante conferencia, esta vez dedicada a todos los rectores de colegios e Instituciones Educativas de Pereira.

Cerca de 180 docentes fueron convocados en un importante hotel de la ciudad, a propósito del Foro Educativo “Cierre de Brechas de Aprendizaje 2022”, organizado por la Secretaría de Educación Municipal.

Sumado al nivel académico de los participantes, la tan sola media hora asignada para mi ponencia se constituyó en uno de los desafíos iniciales a superar. ¿Cómo lograr condensar, en tan solo unos cuantos minutos, la esencia de un mensaje con significado y propósito? Siempre será un tanto intimidante pararse ante un auditorio y realizar un planteamiento con rigurosidad en su contenido, de manera interesante y agradable.

Es como realizar un clavado olímpico, desde lo más alto de un trampolín hacia un pequeño cubo de agua. Hay que acertar, sí o sí, y para ello la preparación es la mejor técnica y la experiencia una de las más grandes aliadas.

El público te concede los primeros segundos de gracia. A la expectativa de lo que estás por ofrecer, te regala su concentración a la espera de sentirse atraído o no por el mensaje. Si en los primeros minutos logras conectar, tendrás tapete rojo para avanzar. Un inicio que inspire es la autorización para el  ascenso a la etapa de montaña de tu intervención. Redoblar tu compromiso y continuar intencionalmente pedaleando con el propósito de agregar contenido de valor – además de ser carismático, manejar el volumen, tono, ritmo, intención e inflexión adecuados – son y serán herramientas innegociables de todo buen orador, si en verdad quieres sumar en el proceso de agregar valor a la vida de alguien. 

Una vez recorres seguro esta etapa inicial – trayecto caracterizado por aportes y ejemplos asertivos que inviten permanentemente a la toma de consciencia, reflexión y acción – más dientes comienzan gradualmente a aparecer, rostros que confirman receptividad y cabezas que asienten de arriba a abajo, indicando que las semillas plantadas comienzan a germinar, conectando Mentes y Espíritus, logrando calibrar la energía entre quien escucha y quien es escuchado, entre la intención del mensaje del emisor y su acomodación en la estructura mental del receptor.

Emociones fuertes de valor reemplazan inmediatamente emociones débiles de prevención, desconfianza o apatía. El receptor se vuelve el actor principal del contenido suministrado, convirtiéndose en el protagonista indiscutible de la narrativa planteada. La historia cobra vida en un auditorio que se identifica con la vida descrita. Dictar una charla no va únicamente de compartir aquello para lo que tanto te has preparado sino, principalmente, de conectar con aquello que tu auditorio debe y merece saber o al menos cuestionarse. ¡Cuando siembras con amor, cosechas mejores resultados!