Por Andrés García
Sin dudas es indescriptible la emoción que nos asiste a quienes finalmente vemos nacer a nuestro hijo-libro, proyecto literario que desde las entrañas del vientre de la creación acariciamos con risas y llantos, mente y cuerpo, confianza e incertidumbre durante años y luego – en los meses previos a su publicación – le observamos transformarse de un cigoto de ideas apiladas abriéndose paso para entonces madurar en un feto conformado por capítulos, párrafos y enunciados orgánicamente articulados, hasta así llegar a constituir un organismo narrativo vivo, con tinta en sus venas, deseoso de salir a la luz y vivir su propia existencia a través de la mirada de un lector.
Es el caso de mi más reciente libro El Poder Infinito, Acuerdo Mente y Espíritu, bajo el sello editorial Solar y con prólogo de Margarita Rosa de Francisco, el cual – luego de las contracciones que dieron origen al proceso de su alumbramiento literario – como todo neonato se asoma a un nuevo mundo, desde mi mochila, desde la pieza promocional, desde la vitrina de una librería o desde la misma estantería donde pacientemente aguarda y comparte junto a otros de su especie el momento en que un atento lector (a) se interese por su cara (portada) y, aún más, gracias a un leve giro observe en la parte posterior de su cuerpo (contraportada) aquella reseña que narra su ADN omaterial genético que dio soporte a su contenido.
Un libro que se publica es mucho más que un taco con tapas. Es un cuerpo que está tremendamente vivo ya que al abrirlo cuenta por sí mismo el universo de conceptos que lo componen, llegando incluso aquellos más avezados a tocar las fibras profundas de quien lo lee, sacarles una lágrima, generarles sonrisas, reflexiones y, en el mejor de los casos, aportarles una enseñanza, brindándoles conocimiento para así transformar sus vidas. Un libro transforma vidas, la vida de quien lo escribe y la vida de quien lo lee.
Ahora bien, llegó el momento de la gran prueba final. Llegó la hora de que ese hijo-libro aprenda a gatear, a caminar y defienda ante otros su valía. Por mi parte, como todo padre consciente de que su hijo está absolutamente expuesto, estaré presto a respaldarlo en todo aquello que me corresponda y, con humildad, en saberlo orientar a la hora de recibir la adulación y la crítica constructiva.
Finalmente de eso se trata, de que este circule por varias manos y provoquepensamientos, reflexiones, conversaciones, honrando el encuentro alrededor de la palabra, de la escritura, del lenguaje, quizá uno de los más bellas citas a la que todos y todas debemos acudir. El Poder Infinito, presentación oficial este sábado 12 de agosto, a las 11 a.m., en la Biblioteca Pública de Pereira Ramón Correa Mejía, del Centro Cultural Lucy Tejada. ¡Cordialmente invitados!