Por Andrés García
Martes 19 de septiembre, 7:30 a.m. Las puertas de Expofuturo en Pereira reciben caudales de estudiantes – acompañados por algunos rectores, docentes y administrativos de colegios públicos y privados – rebosantes de expectativas y sueños, de juegos acompañados por bromas que se realizan entre compañeros quienes aguardan en la fila atentos a que inicie el gran evento que cada año congrega a la comunidad estudiantil de Risaralda, en un encuentro multitudinario de programas profesionales, ofertas académicas, conferencias, capacitaciones, talleres y música, a fin de que los asistentes conozcan qué existe en el mercado y comiencen a perfilar su vocación y orientación profesional.
¡Huele a esperanza! La mezcla de la inexperiencia, de una vida por vivir, de las incontables expectativas que gravitan frente a un océano de sueños por cumplir, el cual se vislumbra ante sus ojos, se confunden con el olor a propileno y lona de maletines repletos de cuadernos y cartucheras – llenas de lápices, lapiceros, colores, notas mal desprendidas con apuntes y teléfonos de interés – junto a borradores roídos por la ansiedad, esa misma que seguramente los llevó a estar puntuales en el Centro de Convenciones para cumplir la cita y, de paso, evitarse un llamado de atención por parte de sus superiores.
Uno a uno van ingresando al recinto ferial los estudiantes para luego entrar al salón principal donde un compañero del Gaula, el capitán Juan David Rojas, iniciará el ciclo de intervenciones aperturando el evento, con un tema crucial para el momento que viven los asistentes: Evitar que los engañen. Después de una pertinente e ilustrativa intervención de su parte, el auditorio termina por llenarse con unos 450 jóvenes y jovencitas, cuyas edades oscilan entre los 16 y 19 años, a quienes – de paso – se les observa en sus rostros el interés por averiguar ¿Y ahora quién sigue?
Entre los dispuestos escuchas, se asoma uno que otro conato de indisciplina propio de aquellos que optan por encontrar en estos espacios el escenario propicio para capar clase y, temporalmente, salvarse de la prueba de Química. El auditorio en pleno, como la vida, es tan diverso y heterogéneo que del conocimiento, la experiencia y la habilidad de quien les aborde en este momento y durante los próximos 3 días, dependerá – en gran parte -poder capturar su atención y con ello lograr el cometido: Tocar sus mentes y corazones.
La joven presentadora hace alusión a mi curriculum vitae y los invita a prestar atención frente al contenido que se avecina. Mirando con benevolencia cada rostro, tan diverso en sus formas pero tan similar en esencia por el hormonal momento que atraviesan en sus vidas, en tono afable, con total vocación de servicio y la plena intención de dejar lo mejor en el escenario, con ellos, por ellos y para ellos, les expreso inicialmente:
“Bienvenidos a una cita con su destino. Aprender a confiar en uno mismo será – de lejos – su principal herramienta para la vida”.