La Empatía

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El Mito de Quirón, el antihéroe, el frágil, hijo de Crono, descendiente de Urano y Gea, cuenta la historia de un centauro – mitad hombre, mitad caballo – fruto de la ignominia y el sufrimiento en razón a que su padre, un dios, violó a su madre humana, de cuyoacto nació él.

Rechazado por su progenitora, con la ayuda de Apolo, hijo de Zeus, dios de las artes, la armonía y el equilibrio, Quirón cultiva todo cuanto le es noble e inteligente. Experto en medicina, hierbas, astrología y tiro con arco, logra desarrollar un sin número de habilidades al punto en que los reyes desean contratarlo como tutor de sus hijos.

Un día una flecha envenenada por Herácles, el orgullo, hiere su rodilla pero al ser hijo de un dios no muere,solo sufre. La rodilla lastimada le recuerda su parte animal, la misma por la que fue rechazado por su madre mortal pero, en lugar de lamentarse, decide ayudar a quienes son pobres y están enfermos, experimentando empatía ante el dolor de otros, percibiendo sus emociones y sentimientos, a partir de su reconocimiento como sus similares.

La empatía alivia el sufrimiento de Quirón pero para hacerse mortal y mitigar definitivamente su dolor desciende al inframundo por nueve días para finalmente Júpiter ascenderlo al cielo y convertirlo en la constelación Centauro, al norte de Crux y en el extremo de la Vía Láctea, una de las más ricas asociaciones celestiales, a 4.243 años luz de distancia.

La mitología griega nos brinda elementos valiosos y suficientes para comprender cómo en la actualidad el orgullo nos hiere e impide reconocer el dolor del otro, solidarizarnos con el otro, condición esencial en todavida social. Entender lo que otro ser humano vive, experimenta o siente, o al menos intentar comprenderlo, se constituye en la base de un ejercicio necesario que si bien no soluciona el problema, lo amortigua.

Ponerse en el lugar de los demás, anticiparse a sus necesidades, es ponerse en el lugar propio. Al igual que en el Mito de Quirón, la empatía hacia el dolor ajeno, alivia el propio ya que permite reconocerlo, aceptarlo. Quien no entiende el dolor de su semejante, no ha comprendido su propio dolor. Quien se solidariza con el dolor del otro reconoce su propia fragilidad y, por tanto, se fortalece.

El mundo actual necesita recordar que es solo a través de la practica diaria de la empatía y de la solidaridad como la humanidad amortigua su sufrimiento y avanza. Quizá una nueva constelación por descubrir no reciba nuestro nombre pero, sin lugar a duda, tan potente como su luz estelar será cada acto de empatía que realicemos por sencillo que parezca. La empatía es condición sine qua non de los espíritus nobles e inteligentes, independientemente de sus orígenes, entorno o experiencia de vida. ¡Ser empáticos es de grandes!