Por Andrés García
Antes que nada debo precisar que este concepto, al cual haré referencia, tiene por autor al periodista y psicólogo Daniel Goleman, escritor del best seller “Inteligencia Emocional”, publicado en 1995, el cual ha vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo y traducido en 30 idiomas, texto que recomiendo en Conferencias y Talleres y sobre el cual realizo entrenamiento a Empresas y equipos de trabajo que deseen promover el Liderazgo entre sus colaboradores.
Según estudios allí consignados, soportados en cientos de análisis sociales realizados en prestigiosas universidades, además del estudio objetivo de casos en múltiples empresas, esta competencia emocional – tres veces más estratégica que el Coeficiente Intelectual – se divide en dos grandes categorías: Intrapersonales e Interpersonales; es decir, las relaciones que establecemos tanto con nosotros mismos como con los demás. “Todo empieza por uno mismo” señala este autor.
Goleman identifica cinco aspectos claves de la Inteligencia Emocional: “La Autoconciencia, La Autorregulación, La Motivación, La Empatía y La Habilidad Social”. Si en realidad las personas queremos auto liderarnos, crear una vida con significado, propósito y aprender a hacer frente a las situaciones complejas “Sin sofocar los sentimientos ni la espontaneidad”, hay que modular este rango de aspectos del poliedro humano, bajo ejes fundamentales como la determinación, la automotivación, la gestión emocional y, por ende, comportamental.
Hay que aprender a elegir la forma de expresar nuestros sentimientos en tiempos donde pareciera ser que las emociones desbordan la conducta del Ser, temas que desarrollo con mayor holgura y calado en mi libro “El Poder Infinito”, próximo a publicarse bajo la Editorial Solar.
Ese aprender a autorregularnos y a controlar nuestros impulsos nos conducirá a disminuir el estrés al tiempo en que potenciará nuestra capacidad de adaptación a los cambios y conservar la calma, en momentos de crisis. Ninguno está exento de vivir situaciones complejas, pliegues de la existencia que nos confrontan y llevan a experimentar episodios adversos en la cotidianidad, de los cuales no siempre salimos bien librados. Una palabra a destiempo, una actitud de indiferencia, la falta de asertividad no verbal aumentan el estrés que prolongado produce un efecto embotante sobre el intelecto.
Una actitud reactiva incidirá negativamente en nuestra capacidad de concentración. La distracción crónica conducirá a la baja de rendimiento, a la ansiedad y, en ocasiones, la depresión.
En el cerebro “Algunas neuronas inician la acción en tanto otras las inhiben” lo cual significa que el dominio del estrés, la posibilidad de vetar mensajes impulsivos provenientes de la amígdala cerebral es posible si aprendemos a autorregularnos a partir del entrenamiento consciente de nuestros recursos interiores. Los lóbulos pre frontales, vitales para el entendimiento y la toma de decisiones, mantienen a raya los impulsos de la amígdala permitiendo que el Ser Humano identifique nuevas modalidades de reacción, menos desesperadas.
Este entrenamiento puede ser el gran cambio que como miembros sociales comencemos a registrar, si en verdad queremos alcanzar entornos de vida más saludables. (Andrés García, Coach Certificado en Liderazgo en EEUU, Autor del libro “El Poder Infinito).