Estela de Luz

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Por Andrés García

Un fino hilo de oro – tejido por una mano divina – se ensarta temporalmente en la Tierra, enhebrando aquello que llamamos vida. Esta experiencia humana, vivificada desde una voluntad divina, es un sendero de aprendizaje continuo, cuya razón principal se sustenta en el poder universal más grande jamás conocido: El Amor. El amor es la expresión de lo divino. Es la manera más pura como Dios se nos manifiesta en la Tierra. Como hijos de Dios, hemos venido a amar.

Pues bien, el amor más sagrado e incondicional lo he experimentado a través del amor de mi madre – una estela de luz – un amor inmortal, luminoso, sin egoísmo, limpio, profundo, sublime, real, incondicional, fraterno, PURO.

Mi homenaje de hoy a su memoria viva es su inmenso legado de Amor. Por eso quiero invitarlos a todos y todas a que nos apartemos del egoísmo y nos sincronicemos en la frecuencia del amor, en la frecuencia de Dios Padre, para conectar con ella y con todos nuestros seres queridos que han trascendido. Es la manera de unirnos con Dios y de permitir que se nos manifieste.

Creer que la muerte es el final, es de almas oscurecidas. Estar convencidos de que la muerte es solo el paso natural hacia la máxima plenitud y felicidad, es de almas iluminadas. Debemos aprender a ver la muerte con nuevos ojos. Solo cuando nos convencemos de la divina esencia de nuestro ser, en la práctica continua del amor, de un ser que no es material, abrazaremos el divino flujo y nos acercaremos a Dios.

El cielo está de Fiesta porque una alma sabia ha retornado a su seno – después de vivir en el amor – y yo estoy y estaré siempre lleno de gratitud y de amor para con Dios por el GRAN regalo que me ha dado con su vida. Mi Madre no se ha ido. Esto no es una despedida. Vive en mí y vivirá por siempre porque la unión y el amor de nuestras almas son eternos porque de Dios proceden. 

Cuando muere la muerte, reina la inmortalidad y triunfa el amor. Dios es amor, capítulo 4to, versículo 8, 1a de Juan. (TAV YOD NUN).