Reflexiones sobre El Libro Tibetano de los Muertos

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Por Andrés García

¿Se ha preguntado alguna vez qué sigue después de la muerte?¿Es la muerte la eterna pregunta que se evade? ¿Se circunscribe el concepto de muerte únicamente al plano de la biología o de la religión? ¿Cuántos de los temores que expresamos para con este vocablo de seis letras provienen de un condicionamiento cultural perpetuado durante siglos? ¿Qué significa morir? ¿Qué significa vivir? ¿Le tememos a la muerte? ¿Le tememos a la vida? Estos y muchos más interrogantes son algunos de los tantos que me he formulado a lo largo de mi existencia, los cuales me han llevado a la pregunta y consulta permanente acerca de ¿Qué es morir? 

 

Dentro de la literatura que consulto me topé con el texto “El Libro Tibetano de Los Muertos”, de Chögan Trungpa, maestro de la meditación budista, quien en su libro establece que su apuesta literaria es un libro sobre la vida. Me interesó en extremo su abordaje. ¿Qué mejor manera de explicar algo, que hacerlo a partir de su opuesto?

Según el titular de los linajes Kagyu y Nyingma: “La naturaleza fundamental de la obra es el reconocimiento de las proyecciones y la disolución del sentido del Yo en la luz de la realidad”. El ego, como centro de la existencia, es – según el autor – la causa del sufrimiento humano. Coincido plenamente. En otras palabras, nuestro modo de ver las cosas colorea las cosas que vemos. Renunciar a esta obsesión particular es acceder a la sabiduría. El conocimiento es racional. La sabiduría es espiritual.

 

A la luz del Budismo, los estados mentales del hombre– y la forma de combatirlos – son los cinco Tathagatas (familias o modalidades de energía) por medio de las cuales podemos pasar de nuestra actual condición de sufrimiento a unificarnos con la esencia.

La ignorancia en la que vivimos (Vairochana), la agresión y el odio (Aksobhya); el orgullo (Ratnasambhava); la pasión y el deseo (Amitaba) y la envidia (Amogasiddhi)encuentran alivio en la sabiduría, la igualdad, la ecuanimidad y la compasión. ¡Bellísimo!

 

La misma muerte se experimenta en vida cuando permitimos que la energía proveniente de emociones densas como estas, dominen nuestra existencia. Quizá la mejor manera de prepararnos para la muerte sea aprender a vivir la vida, recalibrando esas emociones, con cualidades, formas de vida, acciones, entorno y eventos más allá de lo que el ego indica, reconectando con nuestra luz interior y siendo esa luz para los demás.

Creo que es allí cuando los conceptos culturales de nacimiento y muerte – sin importar el credo al que se pertenezca o no – se desvanecen para entonces convertirse en dos estaciones absolutamente naturales del flujo de nuestra energía eterna.