El Diario, un hito de ciudad

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Corría el año 2015 cuando me dispuse a tomarme un café con el Dr. Luis Carlos Ramírez, Director de El Diario del Otún, en la sala de juntas de las instalaciones del periódico. Había aceptado recibirme en su casa periodística, probablemente a la expectativa del motivo de mi visita. Anteriormente, en nuestro ejercicio comunicacional, nos habíamos encontrado en diferentes escenarios, profesando una admiración mutua por el trabajo desarrollado en diferentes frentes. Llegó el esperado café y con él mi misiva. Ante la escucha atenta que lo caracteriza, mirar sereno, absolutamente dueño de su silencio y cuidadoso de cada palabra que pronuncia, procedí a materializar la intención que me había llevado a conseguir la cita en mención: “Quiero escribir en El Diario. Me gustaría que considerara la posibilidad de leer algunos de mis escritos y, sobre la base de su concepto, autorizar su publicación en alguna fecha especial”, sostuve.

Recuerdo como su rostro dejó escapar una sonrisa con la que anunciaría su aquiescencia a mi iniciativa, agregando que para el medio sería un gusto contar en adelante con mis aportes literarios. El decano del periodismo Óscar Osorio era entonces el Jefe de Redacción del medio, a quien inmediatamente llamó y le solicitó reunirse conmigo para acordar la publicación de mi columna, quincenalmente. Nunca olvidaré que la primera columna que me publicaron, llevaba por título “El Miedo a vivir”. Los temas que involucran a la conducta humana y, por ende, el comportamiento social inspiran semanalmente mi ejercicio de redacción, al considerar que generando espacios de reflexión alrededor de las limitaciones y del potencial humano, los asiduos lectores pueden encontrar un escenario para la reflexión y el análisis, de forma atemporal. No en pocas oportunidades me he topado a varias personas ojeando su contenido en una edición impresa, ubicada en el lobby de algún consultorio médico o empresa. En ocasiones, la generosidad del lector es tal que me han abordado en supermercados y centros comerciales para decirme: “Me quedé pensando en lo que escribiste el martes. Me gusta la manera cómo lo planteaste. Nunca lo había analizado desde ese punto de vista”.

Nunca, en estos 7 años de escribir en El Diario, he recibido algún tipo de censura ni de insinuación en torno a lo que debo o no decir. Conocedor de la dinámica que asiste al proceso de publicación de opiniones en muchos otros medios de comunicación, el hecho de hoy decir que en El Diario existe la libertad de expresión, es garante de que la información que publica es altamente profesional, ética y objetiva. Esto se constituye en una ventaja para el lector y, muy en especial, para la sociedad que se nutre de la información publicada en medios tradicionales, serios, de reconocido prestigio local, regional y nacional. Los 40 años de El Diario son un hito de ciudad. Con la prensa libre, gana la ciudadanía, gana el departamento y gana el país. En tiempos donde las redes sociales desinforman y manipulan la información al vaivén de sus intereses, un periódico serio y de tradición como este es el faro que en medio de la tormenta orienta a la opinión pública, los 365 días del año, en los tópicos que nutren la variada agenda de los temas tratados.

El Diario no solo informa sobre el acontecer diario. La publicación de Informes Especiales, Ediciones de lujo y separatas, dan cuenta del compromiso que la casa periodística ostenta para con temas de interés para la memoria de nuestro pueblo, el contexto nacional e internacional. La mejora continua siempre será el mayor incentivo del progreso permanente. Entre tanto, ponderar lo que bien se hace, es labor necesaria y justa. ¡Felicitaciones a esta Casa por sus primeros 40 años!

(Los conceptos emitidos no comprometen la posición de la RAP Eje Cafetero, entidad de la cual soy su Director de Comunicaciones).