Varias personas cercanas han fallecido en los últimos días, lo cual me ha llevado – inexorablemente – a reflexionar en torno al sentido de la muerte, lo que muchos consideran significa y lo que para mi en realidad es.
¡Nunca nos preparan para la muerte! En razón a que la muerte ha sido culturalmente asociada con símbolos de ultratumba y/o elementos fúnebres que solo provocan terror, esta es considerada como un estado caracterizado por la incertidumbre, del que muy poco o nada se sabe, más allá del campo de la Fe promovida desde las creencias religiosas.
A pesar de que todos vamos a morir, nadie habla de la muerte convirtiéndola en lo innombrable. El hecho de no mencionarla, de no hacer alusión a la misma, la categoriza como algo aún más ajeno a la condición humana en la que vive el ego y además prima. Aquello que no se nombra, no existe y si no existe, ¿Cómo llegar a entenderlo y aceptarlo? “Pasó a mejor vida”, “Ya no estará más con nosotros”, “Se nos fue”, “Lo (a) perdimos”, son algunas de las tantas expresiones que confirman la neurosis social de noreferirse a esta por su nombre y, por tanto, negarla.
Existe una tara generacional desde tiempos inmemorables – de sentirnos aparte de un todo – heredada de obsoletas creencias, aún vigentes. El nacimiento de una persona es celebrado con jolgorio, agasajo y regalos. “Llegó para Ser, para Tener”. La muerte, por el contrario, es percibida con tristeza, llanto, pérdida, falta, ausencia. Esta asociación perversa distorsiona un principio natural: Todo lo que nace, muere.
Esa distorsión, consecuencia del ego, implica que todo lo relacionado con el tánatos sea visto como algo ajeno a la existencia, cayendo por consiguiente en la mayor contradicción que puedaplantearse la mente humana, ¿Cómo evitar lo inevitable?
Comenzar a digerir un proceso tan natural como la muerte inicia por comprender que el ego es productode la mente humana, en tanto el Espíritu es su condición eterna. Por consiguiente, vivir en el Espíritu permite entender que la vida y la muerte son dos frecuencias distintas de una misma condición. A lamuerte hay que llamarla por su nombre. Con ello comenzamos a desmitificarla.
A la luz de los principios Vygostkyanos, el lenguaje tiene un papel central en el desarrollo mental del niño de donde es plausible concluir que si queremos comprender la muerte y aceptarla, es menester actuar desde el Espíritu desde muy pequeños e irnos familiarizando con la idea de que no somos este cuerpo que hoy habitamos. ¡Somos mucho más!
Quien niega la muerte, niega la vida ya que la una no existe sin la otra. Todo en el Universo es dual: Cóncavo/convexo; arriba/abajo; adentro/afuera; día/noche, excepto el Espíritu. La comprensión de la muerte inicia a partir de la comprensión del Espíritu. Un Bien Mayor nos rebasa, una inteligencia superior opera por, para y a través nuestro. El Bien Mayor, que creó el Universo perfecto, creó la vida y la muerte de manera perfecta.
Re conectarnos con ese Bien Mayor nos llevará a dejar de temerle. YouTube: infinitepowertraining