Por Andrés García
La musicalidad de los libros y la literatura musical, la danza en el teatro y el teatro de la danza, la cinematografía en el arte visual y lo visual del cine, la cultura artística y lo artístico de la cultura, son – sin duda – reflexiones del hombre pensante contemporáneo que reconoce en las expresiones artísticas y culturales un espacio de significantes y significados, un escenario donde se propicia el análisis de lo que somos y la multiplicidad de formas a través de las cuales nos manifestamos, en medio de un entorno natural que, sin duda, construye poesía, narrativa, discurso.
De igual forma que la educación, la gestión del riesgo, la logística o el turismo, entre otros, integran la agenda de la Región Administrativa y de Planificación, RAP Eje Cafetero, la cultura se abre camino en el Plan Estratégico Regional, PER, que define la hoja de ruta de Tolima, Caldas, Quindío y Risaralda, para en principio instalarse de nuevo en las mesas de diálogo que esta semana continúan en Armenia, a fin de identificar – de forma colectiva – una bitácora de navegación que priorice aspectos sustanciales desde donde se promuevan y defiendan proyectos de región, que avancen hacia la preservación de los saberes ancestrales, el cuidado de la tradición, la memoria de los pueblos, el diálogo intercultural y la circulación artística, en un territorio megadiverso como la Región Eje Cafetero.
Gracias al compromiso de los cuatro gobernadores, a través de la RAP, al acompañamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, al trabajo mancomunado de las administraciones departamentales y municipales de la cultura, pero – muy en especial – al potencial biocultural de la región, la cultura hoy se ubica en el podio de las prioridades de la región y deja de ser una convidada de piedra al momento de pensar y repensar el país actual, como en tiempos pasados, un pilar de análisis para atender a los departamentos, sus comunidades, sus potenciales y retos.
Pensar y planificar el ejercicio cultural es invertir en la preservación y el cuidado de aquello que somos y nos diferencia, de nuestro patrimonio material, inmaterial y natural, de la paz. La cultura ha sido y continúa siendo a través de cada manifestación humana y, por tanto, merece la misma atención, en materia de planeación e inversión de recursos, que recibe hoy cualquiera de los tópicos centrales identificados en la pirámide de las necesidades básicas humanas.
Tan importante como garantizar el derecho a la alimentación, la educación o la salud, es asegurar los derechos de un sistema biocultural del cual formamos parte. La naturaleza y su cuidado, la memoria de nuestro pueblo indígena, negro y mestizo, lo atávico, lo heredado, los imaginarios, las tradiciones y costumbres, las lenguas, la literatura, la oralitura, las expresiones dancísticas, musicales, teatrales, circenses, visuales y cinematográficas, entre otras, son tema de un prontuario que continúa su diálogo en el sanedrín a realizarse esta vez en el Quindío y en el que, por supuesto, nuevamente estará presente Risaralda, como uno de los departamentos que impulsa la creación del Plan Regional de Cultura. ¡La memoria regional – patrimonio de la memoria nacional – encuentra, enhorabuena, asiento en la agenda regional!
*Director de Cultura de Risaralda.