Ser agradecido es asombrarse, reconocer y valorar que somos tanto los depositarios de un bienestar mayor como los canales para su expansión, ya que todo lo que existe, existe en virtud de su creador, siendo lo creado fiel expresión de la intención que lo originó. Obra y creador son uno mismo.
Para Friedrich Nietzsche la esencia de todo bello arte es la gratitud. William Shakespeare sostenía que la ingratitud era monstruosa. Adam Smith, filósofo de la moral, afirmaba que la experiencia de la gratitud era el foco de las religiones en el mundo, mientras por su parte Kant sostenía “Obra de tal forma que la máxima de tu acción pueda convertirse en Ley Universal”.
¿No poseen acaso estas expresiones por denominador común la GRATITUD? “El agradecimiento abre el camino para que el bien fluya, en abundancia y cada vez mayor”, Loise Hay. Para Santo Tomás de Aquino, la gratitud estaba compuesta de tres grados:
Reconocimiento, Agradecimiento y Retribución.
Proveniente del latín GRATUS (Agradecido), quien reconoce, agradece las cosas buenas que le suceden y las menos gratas que, igualmente, aportan enseñanzas a nuestra vida. A mayor nivel de GRATITUD, mayor FELICIDAD. La FELICIDAD no nos hace ser agradecidos. Ser agradecidos nos hace ser FELICES. ¡Gracias, gracias, gracias! Apartes del libro de mi autoría “El Poder Infinito”.