Por Andrés García
Julio se caracteriza no solo por dar inicio oficial al segundo semestre del año y con ello poner el acelerador a muchos de los procesos laborales y académicos emprendidos – con el propósito de dar cumplimiento al final de la vigencia a muchas de las metas establecidas – sino además por ser el tiempo de la celebración concomitante de la independencia demuchas de nuestras naciones en el continenteamericano, como Estados Unidos, Venezuela, Argentina, Perú y Colombia.
Las celebraciones institucionales están este mes a la orden del día, conmemorando un año más de la declaración de independencia, hechos generalmente rodeados en su momento por actos emancipatorios, acompañados de la redacción y proclamación de constituciones políticas, con personajes que representaban el sueño de sus comunidades unidos a emblemáticas batallas y momentos inspiradores, con nombres de hombres y mujeres próceres, en algunos casos con apellidos rimbombantes, quienes hoy engrosan las páginas de los libros de historia, decoran las oficinas de algunos funcionarios públicos o aparecen en monedas y billetes que circulan en los países respectivos.
Pero ¿Qué significa realmente ser independiente? ¿Existe acaso la verdadera independencia? ¿De qué o de quiénes nos independizamos? ¿Avanzamos hacia un nuevo modelo de articulación y desarrollo social o continuamos siendo “dependientes” de otras estructuras de pensamiento solo que con nombre o artificio distinto, que simplemente satisfizo el derecho de un colectivo por autogobernarse?
Bien vale la pena analizar qué tan independientes somos en realidad, máxime en los tiempos de globalización que transcurren, donde algo que sucedeen un país afecta directa o indirectamente al resto de las naciones, una interdependencia en el campo de loambiental, lo tecnológico, lo político, lo económico, lo social o la misma salud, como recientemente lo padecimos con la pandemia. Allí ninguna nación se salvó de contraer el virus. Ninguno fue “independiente” de salir ileso. La interdependencia de las naciones fue, precisamente, el canal de expansión por medio del cual se propagó el contagio masivo. La ruta epidemiológica así lo demostró.
Creo que es tiempo de reflexionar si seguimos o no bajo la voluntad de otros, o incluso bajo la voluntad de ese otro Yo que tantas veces desconocemos y que en ocasiones nos rige, llevándonos a actuar de manera errónea con sus consecuentes repercusiones. Dudo mucho de que el Ser humano en sus niveles básicos de consciencia pueda ser independiente y, por ende, puedan serlo los pueblos que conformamos, máxime si cómo lo observamos seguimos dependiendo unos de otros cuando no siendo dependientes de nuestrospropios miedos, emociones, rencores, lesiones sentimentales, avaricia, ambición o egoísmo. Pensar en la independencia de un pueblo nos debe remitir necesariamente a repensar nuestra dependencia a tantos niveles.