Ojos Celestes (III Parte)

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-¿Sabe usted donde hay un buen hospedaje, cerca de la Iglesia? Preguntó el conductor del vehículo que minutos antes había violado todas las deterioradasvías, y las aún por construir de aquella población, antes de encontrar la plaza principal. Un hombre mayor, de cabello blanco, bigote espeso y frente arrugada, quien sostenía una de las pocas farolas en buen estado que aún alumbraban el parque – ya que el agua de los últimos días había estropeado las otras cuatro restantes, puestas allí por el único Alcalde que doce años atrás había optado por iluminar las bancas centrales de los enamorados, decretando prohibir cualquier expresión de lujuria en público, so pena de tres días de arresto – señaló con su largo y esqueléticodedo índice, sin pronunciar palabra alguna, el hotelucho ubicado al lado de la Alcaldía Municipal, el cual exhibía un viejo letrero que decía con letra que parecía escrita por un infante: “En este hotel no tenemos memoria”.

Sin dudarlo un segundo, de la parte posterior del coche descendió una especie de ráfaga vestida de negro y destellos en plata, como si el propio juicio final hubiese comenzado, a la par en que el cielo se iluminaba por la presencia de un fuerte relámpago. Era el Arzobispo de Tenjo, Monseñor Tulio Giraldo López, el hombre más cercano al Cardenalcolombiano Vega de La Torre, de quien se dice tiene acceso directo al Palacio Papal en el Vaticano, sin necesidad de ser anunciado ante el Sumo Pontífice. Con una camándula en plata que pendía de su pecho, tan pesada como los secretos que guardaba y tan larga como la última noche de Isabella, de 3 zancadas el prelado llegaría a la puerta del viejo albergue, donde su propietario – un hombre septuagenario, quien con su peine acomodaba el único mechón en su cabeza, el cual hábilmente distribuía sobre su calva, huesudo, alto como un flamenco y con un diente en oro de 18 Kt, que no dejaba de exhibir en señal de bienvenida a sus esporádicos huéspedes – reconocióde inmediato la dignidad de la presencia del ilustre huésped que se aproximaba.

-“Su Excelenciabienvenido a mi humilde morada, en adelante la suya”, dijo el dueño de la pensión, acompañado de un ceceo tan constante como los truenos que continuaban cayendo. “Dios bendiga tu morada buen hombre. Necesito un cuarto limpio con un baño. Solo estaré una noche”, agregó con firmeza el Arzobispo. La mirada de aquel hombre sacro, teñida por la prisa que la preocupación deja entrever, lo llevó a identificar fácilmente la única habitación del primer piso, ubicada al fondo del pasillo que conducía a un inmenso patio interno donde el ruido que producía la lluvia al caer, sobre las viejas tejas de zinc de las casas vecinas, vaticinaba la larga vigilia que se aproximaba. –“Limpia el carro y guárdalo en los bomberos. Más tarde iremos casa por casa, piedra por piedra, en su búsqueda”, dijo en voz baja a su chofer aquel Ministro del evangelio, cuyo acento neutro revelaba sus años de estudio en la Universidad Gregoriana de Roma.

-“Sabe usted si alguien más se ha alojado en su hotel en las últimas 2 semanas?, le preguntó en voz alta el Arzobispo al dueño de la posada. –“En este hotel no tenemos memoria, Padre”, señaló aquel hombre mayor con una altivez venida de la nada, mientras su único diente no dejaba de brillar. (Apartes del cuento “Ojos Celestes”, Autor: Andrés García). www.infinitepowertraining.com